Son las acciones que buscan el bien común las que definen quiénes somos y qué aspiramos a conseguir. En esta Navidad, niños y niñas de dos orfanatos del Congo tienen su arbolito iluminado gracias a paneles solares provenientes de Uruguay.
El 5 de junio de este año dos equipos fotovoltaicos provenientes de nuestro país viajaron junto al contingente del Ejército Nacional y arribaron a la República Democrática del Congo. Estos equipos dotaron de energía a dos orfanatos –Amour y Turisemi- que albergan a 150 niños y niñas.
Los orfanatos se encuentran en Goma, una ciudad de 160.000 habitantes. Hasta allí se acercan a diario soldados uruguayos que integran la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática de Congo (MONUSCO) para interactuar con los niños y niñas.
Los soldados uruguayos tomaron la iniciativa de plantear al Ministerio de Defensa Nacional la posibilidad de colaborar con esos niños y niñas en alto grado de vulnerabilidad. A partir ello UTE estudió la inquietud junto a la OEI y a la Fundación Elecnor, decidiendo en conjunto colaborar con dos equipos fotovoltaicos.
Estos equipos fueron retirados de escuelas rurales beneficiarias de Luces para Aprender, a las que –en el marco de la segunda fase del programa- alcanzó la red de tendido eléctrico.
Walter Sosa, director de UTE, explicó en aquella oportunidad que esta iniciativa se enfoca en uno de los objetivos principales de Luces para Aprender: la solidaridad. “Se trata de una misión de integración social, que permite potenciar el desarrollo humano de las personas y, sobre todo, de los niños, porque se centró principalmente en las escuelas rurales”, explicó Sosa.
“La República Democrática del Congo es un país con enormes problemas sociales, económicos y humanitarios, sobre todo. Es un país devastado”, reflexionó.
“Los niños y niñas huérfanos viven en esos orfanatos pues allí encuentran contención, posibilidades de subsistencia y desarrollo humano”, concluyó el director Sosa.
UN PAÍS EN CRISIS ENERGÉTICA
En el Congo solamente un 17% de la población tiene acceso a la energía eléctrica, durante pocas horas al día. El resto vive día a día, pues no tiene capacidad de conservar los alimentos, ni de iluminarse. Además, existe una alta prevalencia de enfermedades, entre ellas recurrentes brotes de ébola
“La solidaridad no tiene fronteras, cuando nos enteramos de cuestiones tan complejas. Estos equipos les permitirán acceder a la iluminación y la utilización de heladeras. También podrán estudiar más horas en el día, conservar vacunas y habilitar el uso de una computadora y un televisor, entre otras posibilidades educativas y de esparcimiento”, precisó Walter Sosa.
El mantenimiento y la instalación de los equipos fotovoltaicos estuvieron a cargo del Ejército Nacional, el que recibió capacitación por parte de técnicos de UTE y de la Fundación Elecnor a través de Montelecnor.
Asimismo, UTE sustituyó las baterías por unas nuevas, para asegurarse de que estén en condiciones óptimas y proveyó los materiales necesarios para realizar las instalaciones interiores que permitan su uso.