Sauce de Corrales y Arrayanes del Cebollatí, dos nuevos parajes electrificados; el objetivo del 100% cada vez más cerca
La labor conjunta de varios organismos públicos y vecinos de las zonas más apartadas del territorio nacional está permitiendo que el objetivo de alcanzar el 100% de electrificación esté cada vez más próximo. “Esto es producto de la organización y el tesón de los vecinos, que se juntan con la voluntad política y el trabajo interinstitucional del Estado”, dijo el director de UTE Walter Sosa.
El viernes 28 fue el turno de dos parajes rurales del departamento de Treinta y Tres, que recibieron la visita de autoridades nacionales y departamentales para inaugurar las obras de electrificación. Éstas alcanzan a nueve familias de Sauce de Corrales y Arrayanes del Cebollatí, según el siguiente detalle:
Sauce de Corrales – Se realizó el tendido de 1.900 metros de red de media tensión monofásica y la construcción de una subestación. La obra alcanza a un cliente de UTE y su costo asciende a $ 600.000. Por su parte UTE aporto los materiales básicos por un monto de $ 250.000.
Arrayanes de Cebollatí – Se tendieron 9.300 metros de red de media tensión monofásica y se construyeron ocho subestaciones para llevar la energía eléctrica a ocho clientes. El monto de la obra asciende a $ 2.620.650, mientras que UTE aporto materiales básicos por un monto de $ 1.150.000.
Las obras se desarrollaron a través del Programa Interinstitucional de Electrificación Rural, que involucra a OPP, MIEM, MGAP, MVOTMA, MIDES, INC, ANTEL, MEVIR y UTE, con el objetivo de posibilitar el acceso a la energía eléctrica a familias residentes en parajes alejados de los centros urbanos.
Como ha sucedido en cada una de las obras realizadas por el Programa, el costo es asumido en un 60% por los vecinos y el restante 40% es subsidiado por OPP y UTE se hace cargo de los materiales básicos para la conexión. Los beneficiarios pagan su parte hasta en 60 cuotas.
MUY CERCA DEL 100%
“Estamos muy cerca de llegar al 100% de electrificación en Uruguay”, dijo el director de UTE Walter Sosa, en el acto de inauguración de las obras en el departamento de Treinta y Tres. “Esto tiene un impacto no solo en el confort, en el desarrollo humano, sino también en facilitar las tareas del campo”, aseguró.
En declaraciones a la prensa, Sosa ponderó que la llegada de la luz a poblaciones alejadas de los centros urbanos “es un producto de la organización y el tesón de los vecinos, que se juntan con la voluntad política y el trabajo interinstitucional de varios organismos del Estado”.
En general los beneficiarios del Programa son pequeños productores que desarrollan actividades agrícolas y ganaderas. El Estado, a través de las instituciones firmantes del convenio, “aporta no solo a nivel económico sino ayudando a la organización y facilitando los trámites necesarios”, explicó Sosa.
“La sinergia de varios organismos del Estado ha sido un éxito y nos ha permitido intensificar el ritmo de tendido eléctrico en el medio rural, teniendo en cuenta que lo que va quedando es cada vez más difícil por lo grande de las distancias y lo disperso de la población en esas zonas”, añadió.
CAMBIO DE HÁBITO
Albérico Machado, vecino del paraje ubicado en la séptima sección del departamento de Treinta y Tres, a 31 kilómetros de la capital olimareña, recordó que “hace 40 años que andamos luchando por esto” y valoró la llegada del servicio eléctrico como importante “no para uno que ya pasó la vida, sino para la juventud”.
Afirmó que la conexión “no es cara” porque “hay muchos años para pagar”, e hizo hincapié en uno de los rasgos distintivos de esta modalidad: la solidaridad entre los vecinos. “Hay gente que no podía poner y a esa gente no se la puede dejar afuera, por eso le conseguimos un precio accesible”.
“Pensamos que nunca íbamos a tener luz”, dijo por su parte Gregorio Cabrera, pequeño productor rural con cuatro hectáreas de campo en las que cría gallinas y trabaja una pequeña chacra. “Lo que teníamos era una batería, con un cablecito y una lámpara. La heladera era a gas, cada 19 días teníamos que cargar la garrafa”, explicó.
“Hace cuatro o cinco años comenzamos a reunirnos y era difícil porque era muy caro traer la luz”, añadió. Sin embargo, con la unión de los vecinos y las posibilidades que brinda el programa, el sueño se hizo realidad. Su vecino Machado se permitió incluso un consejo para quienes aún no disfrutan del servicio: “Que la gente se siga juntando y poniendo la luz, que les cambia la vida”.